El final de una obra

Para concluir una historia, debemos conducir todas las tramas y dirigirlas hacia un final, debiendo rematarlas todas en un mismo punto, de manera que todas las tramas se encuentren; esto será apoteósico. ¡El resultado  final es magnífico! 

Un consejo: Hay que dejar el máximo de tensión para escribir el final, las palabras que se usen deben ser claras, sencillas, para que el lector no se "choque o tropiece" con un final difícil de digerir.






      Dependiendo del género que se quiere desarrollar, es aconsejable un final abierto o cerrado, positivo o negativo. En las obras de suspense, thriller y terror, normalmente suelen tener una resolución favorable: resuelven el caso, encuentran al asesino, matan al monstruo..., excepto cuando la obra tiene una continuación, como son las trilogías y sagas
       En novela romántica también es habitual acabar con un final feliz o positivo, ya que desencadena al lector una enorme gratificación. Sin embargo, en las obras del género o subgénero contemporáneo, ensayo, sentimental, aventuras, fantásticas..., no tienen porqué tener un final positivo, pero sí apoteósico. (He ahí un ejemplo: las sagas o series, que dejan finales abiertos, como Juego de tronos). 
 Sin embargo, estos son consejos para un final acorde con el género, aunque cada autor que escoja el final que más le convenga, para gustos hay colores. Cada cuál debe buscar en su interior lo que mejor crea conveniente para su historia.
 Un apunte: Al finalizar la historia (obra) deben quedar todas las tramas, sub-tramas y cabos sueltos, resueltos.
      FINAL ABIERTO: Es cuando el autor deja una puerta abierta en la historia, mediante un diálogo, una acción, un acontecimiento, sin acabar para que el lector llegue a sus propias conclusiones. Pero ¡ojo! esto debe suceder una vez que la trama principal haya alcanzado la cúspide final.



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